viernes, 30 de noviembre de 2007

Blanca Esperanza




¡ Niña ya no creía
siquiera en la poesía!
Las sirenas hablaban,
Pero sus cantos callaban;
El mar no interrumpía
Mi larga travesía.

¡ Niña ya no creía
siquiera en la alegría!
Las adas brillaban,
Pero decían nada.
Sí es verdad, ahí estaban,
Pero no iluminaban.

¡ Niña ya no creía
siquiera en la armonía!
No es la magia con cartas,
Ni el tiempo con barandas,
Los que al son de una guitarra
Algo desafinada,
Me trageron la esperanza.

Sino el silencio compartido,
A tu lado pues sería,
Quién me devolvió
La poesía, la alegría
Y también la armonía,
Con el dulce sonido
De tu linda melodía.

2 comentarios:

Pablo dijo...

Que bonito el silencio compartido, pero solo cuando no llega a ser incomodo no?
De donde sacas la poesia, la alegria?

Estanislao dijo...

jeje, sí, el silencio compartido. Cuando dos personas están en silencio, sin la necesidad de tener que hablar de algo y sin ser incómodo, son momentos de complicidad expresados en el silencio.
La poesía, la alegría, y también la armonía me las devuelve ella.