viernes, 12 de diciembre de 2008

La adoración del becerro de oro


En tiempos duros, de represión y falta de libertad y accesibilidad, parece que se tienen claras las cosas que son realmente importantes, y las que son accesorias. Parece que todo lo conseguido es todo un mundo, aunque falte mucho por conseguir, y que todo ello sólo se obtiene mediante el esfuerzo y la formación. Son tiempos de realismo, aunque se pretenda la evasión en el sensorialismo; tiempos de entrega, y también de generosidad, solidaridad y camaradería. Es como si lo más humano del hombre apareciera en su momento de mayor angustia, cuando el final acecha a cada paso; la muerte que nos hace estar vivos.

Sin embargo, en tiempos de bonanza, "libertad", y se podría decir una vida media asequible, todo lo anterior en su mayoría se desvanece , desaparece, no totalmente, pero mucho en parte. Se pierde la noción de lo que esta primero y lo que puede esperar. Será que la rapidez de los acontecimientos que nubla aquello que no depende del tiempo, y por contra está ligado a él. Lo cierto es que entonces, lo importante no es tener, es tener más que. Como diría nietsche, el tiempo del nihilismo pasivo. Proceso que está inmerso en el aburrimiento y en la estupidez colectiva. Dónde desaparcen la elegancía, los valores, y al parecer, hasta los actos de vandalismo se consideran cultura. Anque a muchos les pese, esto es lo que la globalización, el desarrollo y la democracia han traido a este país. Una libertad muy distorsionada frente a la que cabía esperar. Y es que como decía Aristóteles, cuando en la democracia entra la demagogia, esta se convierte en tiranía.

No obstante, los procesos no son eternos, los cambios se producen constantemente, quizás ahora, quizás dentro de mucho. Ahora bien, ¿son incompatibles, la estabilidad, el desarrollo y el decoro? Yo pienso que no, pero es algo que parece difícil de alcanzar.

¿Murfy?.... nunca falla.

Esta semana, la naturaleza me volvió a mostrar lo juguetona que se muestra con la cosas del azar. Y es que cuando hay varias cosas que no llegan, al final, vienen todas juntas. Esto es justamente lo que sucedió esta vez.

A finales de septiembre, un principio de estudiante de ingienería envió una carta para obtener el abono de larga duración a Sevici, la compañia encargada de la red de bicicletas públicas en sevilla. Era mucha la ilusión del estudiante por desplazarse de un modo ecológico ( lo de no ir a patas o depender del autobus le era indiferente), pero las semanas empezarón a pasar. Mientras tanto, también impaciente esperaba a que en la pagina web de la universidad abireran el enlace para solicitar el portil que la universidad prestaba por un plazo de cuatro años. Pero el enlace se hacía de rogar. La tercera cuestión sobre la mesa, era la llegada de la posible beca de ayuda al estudio.

Pasó un mes, y empezaron a llegar las señales. El enlace de la universidad se activó y pudo solicitar el portátil, con el correspondiente ingreso de 100 euros como fianza. Pero a diferencia de lo que pensaba el alumno, una vez realizado el pago, no recibió ni email, ni mensaje que acreditara que el proceso iba hacia delante. Pensó que tenía que ser paciente. A las semas llegó la siguiente señal. Su hermano, que también había pedido con anterioridad el "sevici", recibió la ansiada tarjeta, y si los tiempos eran proporcionales, debía rebir su tarjeta en unas dos o tres semanas....pero no, los tiempos no iban a ser proporcionales. Pasaron otras dos semanas, y el proceso comenzaba a agilizarse. Recibió un email, en el que se le cominicaba que se le concedía la beca y con una cuantía curiosa, al menos, la espera se dignificaba; y además en la web de la universidad aparecía que las entregas iban a comenzar a efectuarse. Pero el destino sería caprichoso y él no sería de los primeros.

Y al fin, a las tres siguientes semanas, ¡las tres señales y las esperas confluyeron en una misma semana!. El fin de samana llego la bici, el martes la beca y el viernes el portatil. Y este estudiante de ingienería se acuerda con una amplía sonrisa de aquel otro ingiero aeronaútico, que enunció las leyes con más arte de la ciencia.

Por cierto, pedazo de portátil.