martes, 3 de enero de 2012

Error de concepto del Liberalismo económico

Muchos militantes del PSOE dicen que en el partido se debe reflexionar sobre su fururo, sobre como plantear la socialdemocracia en el nuevo contexto....pero siempre desde el prima del libre comercio.

Y ahí está la gran mentira del PSOE, si defiendes el libre comercio, la no intervención del estado, no puedes garantizar los derechos y necesidades sociales ni defender el estado del bienestar. Y el por qué responde al propio fundamento del libre comercio, a su ley "universal". Aquel que dice que si el estado no interviene en el flujo comercial, en competencia perfecta, los precios de cada uno de los productos y servicios se ajustan por la ley de la oferta y la demanda:

" Si hay muchos compradores que demandan un producto y/o pocos vendedores que lo ofertan sube su precio, y si hay muchos vendedores que lo ofertan y/o pocos compradores baja el precio".

Como muchos sabréis, la mayoría de leyes o teoremas van acompañados de una coletilla: su campo de aplicación. Como estudiante de ingeniería aeronáutica, voy a poner como ejemplo la ecuación de Euler- Bernouilli de la mecánica de fluidos. Esta dice que la presión de remanso a lo largo de una línea de corriente se mantiene constante siempre que los efectos viscosos sean despreciables, el flujo sea incompresible y el caudal sea constante (la coletilla). O bien, el teorema fundamental del cálculo, que dice básicamente que una función en un intervalo es igual a la integral en dicho intervalo de la derivada de dicha función, pero para ello la función debe ser continua e integrable al menos en el intervalo definido (la coletilla).

Pues bien, cuando se aplica la ley de la oferta y la demanda, además de que la competencia casi nunca es perfecta, se olvida añadir otro aspecto de su campo de aplicación. Más a allá de tener en cuenta que los precios bajan mucho más lentamente - debido a una bajada de la demanda - de lo que suben cuando baja la oferta, hay que tener en cuenta cuando se puede emplear dicha ley, es decir, cuando se ajusta realmente el precio de un bien o servicio al equilibrio entre la oferta y la demanda.

Es muy simple, la demanda baja bien porque los demandantes han satisfecho sus necesidades respecto del producto o bien porque se considera que el precio está por encima del esperado. Sin embargo, puedes negarte a pagar por un bien o servicio cuando consideras que tiene un precio excesivo o por encima del valor esperado, siempre que no lo necesites imperiosamente, es decir, siempre que el artículo no sea de primera necesidad. Un ejemplo claro es el del agua, dónde por ejemplo, si el precio es de 100 € por litro (claramente desmesurado), por muy elevado que sea estás obligado a pagarlo bajo la consecuencia de morir de sed; y no porque suba o baje su precio vas a dejar de comprarla. Esto mismo ocurre con cualquier bien o servicio de primera necesidad como la sanidad, los alimentos (básicos), la vivienda e incluso la educación. Ahí es cuando no se establece un equilibrio entre la oferta y la demanda y la intervención del estado se hace fundamental, cuando hay que cortar las ansias de los especuladores y poner reglas que regulen su precio y su comercialización más allá de la ley de la oferta y la demanda.

Así pues, podríamos añadir la coletilla al enunciado de esa ley bajo la que se rige nuestro presente (político y económico) y, si no se levantan los ciudadanos de a pie, nuestro futuro:

"El precio de un producto se sitúa en el equilibrio entre la oferta y la demanda, siempre y cuando, además de encontrarse en régimen de competencia perfecta, el bien y servicio no sea de primera necesidad"