Estudio y vivo en Sevilla, pero mi familia y mis amigos son de Jerez de la Frontera, ciudad en la que crecí y que está situada en la provincia de Cádiz. A principios del siglo XX Jerez era una ciudad industrial, dedicada a la exportación de vino, el Sherry, dónde el peso exportador con respecto al total de exportaciones del estado español llegó a ser del 40%. Una ciudad muy rica, pero con una muy desigual distribución de la riqueza. Hoy en día la situación es muy distinta, toda la industria del vino se desmoronó a partir de los años ochenta, coincidiendo con la entrada de España en la Unión Europea. A partir de entonces, llegó un proceso de reconversión industrial, dónde los productos agrícolas comenzaban a perder más y más presencia en la actividad económica, y dónde la política de la subvención primaba sobre la dignificación del trabajo agrario. Una de las medidas más llamativas fue la subvención para retirar hectáreas de cepas de vid, cepas que difícilmente volverán a ser plantadas debido alto grado de inversión que es necesario.
Al mismo tiempo, el otro polo industrial
de la provincia, los astilleros de Cádiz, fueron poco a poco perdiendo
actividad, con luchas obreras muy duras en reacción a estas políticas de
reconversión hacia el sector servicios. Desde finales de los 90 y principios de
este siglo, la principal actividad industrial fue la construcción, dentro de
esa burbuja inmobiliaria que invadió España entera. En jerez, por esos años
comenzaron a construirse mares y mares de unifamiliares, llegando a duplicarse
la extensión urbana de la ciudad. Eran tiempos de aparente bonanza y de mucha,
mucha corrupción y endeudamiento de los ayuntamientos en obras faraónicas con
intereses muy particulares. Eran tiempos de comprar al pueblo al estilo de la
Roma imperial: estadio de fútbol de 20.000 espectadores, circuito de velocidad,
aeropuerto, autovías, palacio de deportes, juegos ecuestres, parque temático
del motor, gigantescos centros comerciales, etc… Nada que dotara el pueblo del
conocimiento y la libertad para ser dueño de su destino.
Con el estallido de la crisis,
todo se desmorona. Ya hacía algunos años que la provincia había comenzado a
vivir la deslocalización de grandes factorías hacia países de la Europa del
este, el Magreb o incluso los países asiáticos. A una provincia que comenzaba a
tener altos niveles de desempleo, se le sumó el desplome de la construcción. La
actividad económica se para completamente, el antiguo tejido productivo agrario
ya apenas existe, y el industrial se encuentra asfixiado por la falta de
competitividad y de crédito. El drama
del desempleo comienza a crecer, y la tristeza y apatía se instala en el
pensamiento colectivo. Los datos del desempleo de Enero de este año fueron
realmente desoladores, la provincia cuenta con la escandalosa cifra de un 40,3%
de desempleo(1). En el caso juvenil es aún peor, el 70% de los jóvenes menores de
25 años que no están estudiando se encuentran desempleados(2).
Aquellos que terminan sus
estudios no encuentran trabajo. La baja actividad económica unida a la nula tasa
de reposición de funcionarios, impuesta desde Bruselas, hace que gran parte de
las expectativas directas de muchas carreras humanas y de ciencias puras y sociales
quedan truncadas. La mayoría de jóvenes que sus padres son capaces de aguantar
la crisis y no han perdido el empleo, se encuentran haciendo masters o con
becas de trabajo en prácticas, muchos de ellos con el único sentido de que
amaine el temporal y de camino ampliar la formación. Pero el temporal no tiene
visos de amainar, las cifras no paran de subir, y la destrucción de pequeñas y
medianas empresas continúa. En la mente de todos ellos, entre los cuales se
encuentran la mayoría de mis amigos, sólo cabe una solución a corto plazo,
emigrar como lo hicieron sus abuelos en tiempos de la dictadura franquista.
Los que tienen formación aún
tienen la posibilidad de emigrar y buscar un futuro mejor en aquellos países
que se encuentran en desarrollo. Pero aquellos que sólo tienen la
graduación secundaria, o incluso los que
ni la tienen (que no son pocos) están en una situación realmente complicada,
porque además pertenecen a familias ya de por sí humildes: los que como siempre
más sufren los desmanes de los que jugaron a la ruleta con nuestras vidas.
Así, por un lado nos encontramos con
una gran cantidad de jóvenes sin formación y sin acceso a ella, pues no tienen
recursos para costearse una carrera universitaria, y menos con el brutal aumento
de las tasas. Estos tienen casi imposible encontrar empleo y además no tienen
la posibilidad de marcharse fuera: ya hay bastantes inmigrantes de otros países más
pobres dispuestos a trabajar por lo que sea. Y por otro lado encontramos otra
gran cantidad de jóvenes universitarios que no encuentran empleo ( o lo
encuentran de baja formación), que serían los más capaces para levantar la
situación y que se ven obligados a marchar fuera del país, después de que el
estado haya hecho la inversión en su formación.
Otros muchos jóvenes se ven
obligados a volver a casa de sus padres, y perder la independencia que algún
día llegaron a tener. Los pocos que tienen trabajo, es temporal y
extremadamente precario. Con sueldos bajísimos, y en muchos casos sin cobrar
con tal de ganar experiencia o simplemente porque la empresa no paga. Con esta
realidad, aquello de ser independiente, vivir en tu propia casa (ya sea en
propiedad o en alquiler), formar una familia y todo lo que se espera en nuestra
sociedad se antoja un sueño difícil de cumplir. Es muy doloroso ver como las
expectativas creadas se derrumban, como no hay expectativas de futuro, y como incluso lo que está en juego es la
propia subsistencia.
Ante esta situación, no hay más
alternativa que luchar y pelear por nuestro presente y por nuestro futuro. Los
de abajo no podemos esperar a que los mismos que nos han llevado a este
desastre nos solucionen los problemas. Tenemos que perder el miedo y afrontar
la realidad. Tenemos el deber y la responsabilidad de unirnos, de organizarnos,
de ser solidarios y construir entre todos y todas un nueva forma de entender la
vida, los valores que nos mueven, cambiar el modelo productivo y las relaciones
que en él se dan, para que haya trabajo y sea digno, haya descanso y seamos
libres. Está en nuestras manos y en las de nadie más. Yo soy un optimista
convencido de que ha llegado la hora en la que vamos a transformar la realidad,
y la vamos a transformar de verdad.
No la va a reconocer ni la madre que la parió.
(1) http://www.elconfidencial.com/economia/2013/01/24/andalucia-agujero-negro-del-paro-40-en-cadiz-y-62-entre-los-jovenes-113560/
(2) http://www.abc.es/economia/20130209/abci-desempleo-juvenil-provincias-201302082107.html
*Publicado en MaydayLisboa.net http://www.maydaylisboa.net/2013/04/testemunho-no-es-pais-para-jovenes.html
No la va a reconocer ni la madre que la parió.
(1) http://www.elconfidencial.com/economia/2013/01/24/andalucia-agujero-negro-del-paro-40-en-cadiz-y-62-entre-los-jovenes-113560/
(2) http://www.abc.es/economia/20130209/abci-desempleo-juvenil-provincias-201302082107.html
*Publicado en MaydayLisboa.net http://www.maydaylisboa.net/2013/04/testemunho-no-es-pais-para-jovenes.html