lunes, 17 de noviembre de 2008

La paz de los pequeños detalles

Ultimamente tengo esto un poco abandonado. La verdad es que mi frenética vida no me deja mucho tiempo para escribir, y en el que pudiera quedar por la noche, el cuerpo me pide más las notas que las letras. Pero hoy, me ocurrió algo por el camino de vuelta a casa digno de recalcar.

Como digo,iba de vuelta a casa después de clase, pasando por el super para comprar algunas cosillas, cuando presencié una escena bastante gratificante, tanto como un simple acto de geneosidad. Y es que estaba un hombre, con parecer de extranjero, tocando el acordeón en la calle, y no precisamente de los que lo hacen por culto a la vida bohemia, sino por necesidad. La verdad es que no tocaba mal, de hecho su música era bastante agadable. Eso mismo le debió parecer a un chiquillo de unos 12 o 14 años, que pasaba por allí en patines. El cual, no sólo le echó unas monedas en el gorrito, si no que además le ofreció parte de la tableta de chocolate que se estaba tomando, qué lindo...

Mientras, una señora y yo que pasabamos por allí, nos cruzamos las miradas, con una sonrisa en la boca.