Ella me llama,
quietamente,
acostada en la cama,
esperando que mis dedos
alboroten su alma.
Son sus curvas,
su brillo intenso,
sus caderas anchas,
la tensión del momento.
Te siento en mi ragazo,
y en un instante
todo se para.
Ya no hay nada,
sólo yo, sólo ella,
y una onda que me altera.
2 comentarios:
Cuando oigas a la guitarra hablar es que te has pasao colega...
la guitarra descrita como si fuera una mujer...
de las poesías que he estado leyendo (sí, he cotilleado y he leido varias) esta es una de mis favoritas.
:)
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