miércoles, 22 de junio de 2011

Intervención de una diputada

Parece que las protestas en la calle empiezan a calar en los debates del congreso:

"Señorías, en los últimos años hemos avanzado en transparencia, en austeridad, hemos definido más y mejor las incompatibilidades de los representantes públicos y, con ello, hemos contribuido a mejorar el sistema democrático, siendo esta una tarea de todos los días y de todos nosotros. A la vez hemos perdido credibilidad, y hemos perdido mucha. Esto, señorías, de alguna manera no casa. ¿Cómo es posible que en la medida en que avanzamos en este sentido ser diputada o diputado cada vez se considere un cargo que conlleva privilegios? Ser diputada o diputado es efectivamente un honor, y en ese sentido es un privilegio que no debe conllevar privilegios pero que tampoco debe conllevar perjuicios.

Señorías, la inmensa mayoría de los 350 diputados que estamos en esta Cámara hacemos bien nuestro trabajo, con rigor, con honestidad, con criterio, consecuentemente con nuestra ideología y con el partido al que pertenecemos y respondiendo a los ciudadanos a los que representamos; sin embargo la apreciación pública de este trabajo es totalmente contraria hasta el punto de que nos hemos convertido en un problema en la percepción social de la ciudadanía. Esto es lo que nos tiene un tanto perplejos y creo que en la interpelación y moción subyace esta perplejidad. La pregunta es, ¿qué ha pasado? Ha pasado que los poderes no democráticos, los mercados, las finanzas y sus malas prácticas alejadas en su día del control público han trabajado contra nosotros. No rinden cuentas, no explican sus programas, no se someten a ninguna elección; no obstante han dirigido su atención hacia nosotros que sí rendimos cuentas mientras ellos se pasean arrastrando derivados tóxicos que han contaminado el sistema financiero, el político, el social y el económico. Lo expresaba así El Roto en una de sus viñetas: ¿Por qué si mandan los mercados elegimos a los políticos? La gran aliada para esta desviación de atención es la sociedad del espectáculo. Lo definía muy bien en los años ochenta Guy Debord. Definía el espectáculo como una relación social entre personas mediatizadas por imágenes. Eso somos a los ojos del gran público: una relación de imágenes; imágenes vacías o imágenes de bronca en este salón de plenos, templo de la democracia. ​Miren, señorías, la mayor parte de nuestro trabajo se desarrolla en Comisión, no se produce en esta sala. En la Comisión se trabaja, se hacen propuestas que son positivas para la inmensa mayoría de los ciudadanos y que pasan desapercibidas también para esa inmensa mayoría. En el Pleno somos parte de un espectáculo en el que hasta el más mínimo detalle, el más nimio de los gestos es recogido por las cámaras y siempre será la bronca, el chascarrillo, la anécdota lo que será inmediatamente recogido y multiplicado inmediatamente, palabra que sé que no recoge el diccionario. La sociedad del espectáculo así lo demanda y en cierto modo nosotros somos mercancías de esa sociedad. ¿No es cierto, señorías, que viendo los informativos muchas veces nos sentimos así todos los que estamos aquí? Otra viñeta de El Roto dice: La prensa cada vez trae más munición y menos información. Muchas veces la munición para esa sociedad del espectáculo la damos nosotros. Señorías, ahí sí que tenemos que hacer un gran ejercicio de autocrítica todos y todas.

Señor Ridao, señorías, les planteo: ¿La política y los políticos debemos reflexionar, incrementar y perfeccionar el sistema democrático para acotar a los poderes no democráticos? Sí, porque eso es defender la democracia ¿La sociedad y la ciudadanía tienen que reflexionar sobre lo que demanda la política a los políticos y a sus representantes ciudadanos contribuyendo a defender la democracia y, desde luego, a sus representantes? Sí, porque eso es mejorar la calidad de nuestra democracia. ¿Los medios de comunicación tienen que reflexionar sobre su papel como mediadores entre lo que se produce aquí democráticamente, las decisiones que tomamos y los debates que hacemos? Sí, porque eso contribuye a mejorar la información democrática. Las crónicas parlamentarias de la república informaban de las normas, de los debates y de los acuerdos. Hoy prima la información sobrelo que opinan unos de lo que dicen otros; opiniones que nacen y mueren cada díay que son intrascendentes para la inmensa mayoría de la gente, pero que nos impregnan a todos, a unos y a otros, a ellos y a nosotros, del paradigma del Gran Hermano".



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